Un día, se despertó y simplemente no quiso seguir haciéndolo. Quería tener amigos y jugar como los demás niños. Quería ver películas de dibujos animados los sábados por la mañana. Quería ser una niña normal con una infancia normal. Así que pidió a sus padres un descanso. Una pausa que significó el final de su carrera como patinadora artística. Pero después de todos esos años de duro trabajo, no podía soportar no hacer ningún tipo de deporte... Así que su madre la apuntó a bailes de salón y latinos, su amor número dos. Y le volvió a pasar... ¿Alguna vez te ha pasado algo así: te esfuerzas tanto, renuncias a tus amigos, a las vacaciones con tu familia, todo porque crees que tiene sentido? Crees que por fin ganarás esa competición, vencerás a esa chica, bailarás mejor que ella. Pero después de ganar, quieres volver a ganar, volver a ser mejor que otra persona... Hasta que un día, te despiertas y ya no sientes esa pasión.
Y entonces, a los 18 años, conoció a Kate, la persona que cambió su perspectiva del baile. Le enseñó que no tenía que competir, que no tenía que ser la mejor en la pista. Que puede simplemente disfrutar del movimiento y alegrarse de poder bailar. La ayudó a encontrar de nuevo su pasión y creyó en ella lo suficiente como para convertirla en profesora de danza. Aunque ya no estén en contacto, le sigue debiendo una 😊.
Así que después de ser la profesora de baile en Eslovaquia, su país natal, durante 5 años, está aquí en Las Palmas de Gran Canaria, ¡lista para compartir su pasión contigo!